El Tribunal Electoral del Estado de Nuevo León se encuentra en el centro de la polémica tras revelarse que sus magistrados aprobaron un acuerdo para venderse tres camionetas oficiales a precios muy inferiores al valor de mercado. La operación, que algunos abogados ya califican como una “autoventa”, genera preocupación por posibles violaciones a la Ley de Administración Financiera estatal y un probable daño patrimonial a las finanzas públicas.
La controversia es mayor porque entre los beneficiados aparece la magistrada presidenta del organismo, Claudia Patricia de la Garza, quien adquirió una Suburban modelo 2020 con un descuento de hasta el 60% respecto a su precio real. El acuerdo también incluyó una X-Trail y una Sorento, vehículos que igualmente fueron enajenados a personal del Tribunal a costos reducidos y bajo condiciones de pago favorables.
El caso no es menor, ya que se trata de un órgano que debería garantizar la legalidad y la transparencia en los procesos democráticos de la entidad. Para la opinión pública, el hecho de que sus propios integrantes aprovechen recursos estatales para beneficio personal debilita la credibilidad del sistema electoral.
Las normas incumplidas
Según especialistas en derecho administrativo, el Tribunal Electoral podría haber pasado por alto requisitos básicos establecidos en la Ley de Administración Financiera. El Artículo 113 indica que la venta de bienes muebles de organismos estatales debe realizarse conforme a precios de mercado y tomando en cuenta características técnicas y condiciones particulares. Sin embargo, los vehículos fueron tasados muy por debajo de su valor real.
De igual forma, el Artículo 117 establece que la venta de estos bienes a particulares requiere la participación de al menos tres postores, algo que no ocurrió. En esta operación, los compradores fueron directamente integrantes y empleados del propio Tribunal, lo que elimina cualquier posibilidad de competencia o transparencia.
Para los especialistas, estas omisiones convierten la operación en irregular y podrían derivar en sanciones administrativas como la devolución del recurso obtenido o la imposición de multas. Además, en caso de comprobarse un beneficio indebido, también podrían enfrentarse sanciones penales por uso inadecuado de recursos públicos.
En el @TEENL1 los Magistrados aprobaron auto venderse sus camionetas ¡a precio ganga!, con valores hasta por debajo del 60% del precio de mercado. Al menos la Presidenta @Clau_delagarza se quedó con una de las unidades. https://t.co/1nScEWtyNA pic.twitter.com/irezx4yUxX
— Angel Charles (@angelcharlsmty) August 19, 2025
Tribunal Electoral y los actores involucrados
La decisión fue tomada en el Pleno del Tribunal Electoral, a propuesta de la presidenta Claudia Patricia de la Garza, quien contó con el respaldo de las magistradas en funciones Claudia Sepúlveda y Mónica Ethel Sandoval. El acuerdo permitió que los vehículos, que hasta hace unos meses eran usados por funcionarios del organismo, fueran vendidos a precios significativamente menores a los del mercado.
La operación, más allá de lo económico, refleja un problema de ética institucional. Los mismos encargados de vigilar la legalidad de los procesos electorales aparecen ahora como protagonistas de un caso que pone en duda su apego a las normas. El hecho de que la propia presidenta del Tribunal Electoral se beneficiara directamente agrava la percepción pública, pues alimenta la narrativa de que quienes deben aplicar la ley son también quienes la vulneran.
Consultada sobre el tema, De la Garza se limitó a comunicar a través del área de prensa del Tribunal que no ofrecería declaraciones. El silencio, en lugar de aclarar las dudas, incrementó las críticas y generó mayor indignación entre ciudadanos y analistas.
Tribunal Electoral y la confianza ciudadana
El escándalo estalló en un momento delicado para el estado, a poco más de un año de celebrarse elecciones relevantes en Nuevo León. El papel del Tribunal Electoral como garante de los comicios se ve comprometido, ya que la ciudadanía difícilmente confiará en magistrados que se benefician de prácticas que parecen violar la ley.
Para la sociedad civil organizada, el caso representa un golpe a la confianza en las instituciones. Activistas y abogados señalan que mientras se exige a los ciudadanos cumplir con normas fiscales y administrativas estrictas, los servidores públicos operan bajo criterios de beneficio personal.
En el ámbito político, la revelación ha generado cuestionamientos hacia la imparcialidad del Tribunal Electoral. Analistas advierten que un organismo debilitado por sospechas de corrupción difícilmente podrá tomar decisiones que sean vistas como justas y legítimas en un proceso electoral.
Tribunal Electoral y las posibles consecuencias
Los escenarios que se abren a partir de este caso son diversos. En el corto plazo, se espera que la Auditoría Superior del Estado o el órgano interno de control del Tribunal Electoral revisen la operación y determinen si hubo violaciones legales. De comprobarse las irregularidades, se podrían ordenar sanciones administrativas como la restitución de recursos o la imposición de multas.
Sin embargo, no se descarta que el caso escale a instancias penales si se concluye que los magistrados hicieron un uso indebido de bienes públicos. En ese escenario, la presidenta y las magistradas que aprobaron la medida podrían enfrentar consecuencias legales de mayor gravedad.
Más allá de lo jurídico, el costo político y social ya es evidente. El Tribunal Electoral enfrenta un desgaste en su imagen pública y una pérdida de legitimidad que no se resuelve con sanciones económicas. Para muchos ciudadanos, la percepción de que existe un doble rasero en la aplicación de la ley es el daño más difícil de reparar.
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