En un esfuerzo por atender un problema que ha generado numerosas quejas vecinales, el Cabildo de Monterrey analiza una propuesta de reforma enfocada en la tenencia responsable de mascotas, particularmente en casos donde los ladridos excesivos de perros afectan la tranquilidad de los vecinos.
La iniciativa fue presentada por la regidora Zally Alanís, integrante del partido VIDA, y busca modificar los artículos 6 y 7 de los reglamentos municipales de Protección Animal y de Justicia Cívica. La propuesta no tiene como objetivo castigar a los animales, sino hacer un llamado directo a los propietarios a ser responsables del entorno en el que viven sus mascotas y del impacto que estas tienen en la comunidad.
Alanís explicó que, en la mayoría de los reportes ciudadanos, los ladridos constantes suelen ser resultado de abandono, negligencia o estrés. Es decir, no se trata de un comportamiento natural sino de una señal de alarma ante el maltrato silencioso que algunos animales sufren en los hogares.
“La intención no es criminalizar a los perros por comportarse como tales, sino cuestionar qué está haciendo el dueño o qué no está haciendo para que esto se mantenga”, mencionó Alanís durante su exposición en Cabildo.
La propuesta busca que estos comportamientos sean considerados una forma de contaminación auditiva, permitiendo así aplicar sanciones económicas que podrían ir de 2 mil 500 a 4 mil 500 pesos, dependiendo de la reincidencia y gravedad del caso.
Ladridos como señal de abandono
Una de las principales preocupaciones detrás de esta propuesta radica en que muchos de los ladridos constantes no solo representan una molestia para los vecinos, sino también una forma de manifestación de sufrimiento animal. Alanís explicó que, según los reportes ciudadanos, los perros que pasan mucho tiempo solos, atados o encerrados, suelen desarrollar patrones de ladrido incontrolables, que son reflejo de su ansiedad, miedo o estrés.
“Hay perros que ladran sin parar porque no tienen otra forma de pedir ayuda. Algunos son dejados en los techos todo el día, otros no tienen agua, ni comida, y muchos ni siquiera reciben atención básica”, puntualizó la regidora. La propuesta, por tanto, busca abrir el debate sobre qué significa realmente cuidar a una mascota, y qué implicaciones tiene la irresponsabilidad de sus dueños en el entorno social.
El enfoque no es punitivo, aclaró, sino preventivo y educativo. Más allá de imponer multas, se busca canalizar a los dueños de mascotas infractores a programas de capacitación sobre adiestramiento y cuidado animal, con el objetivo de que comprendan cómo mejorar las condiciones de vida de sus mascotas y evitar futuros incidentes.
La regidora mencionó también que esta iniciativa no surgió de la nada, sino como respuesta a una problemática reiterada en distintos sectores del municipio. “Hay colonias donde los vecinos ya no pueden dormir bien por el ruido constante de un solo animal. Eso también es una forma de violencia pasiva”, enfatizó.
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— ABCNoticias.mx (@ABCNoticiasMX) June 10, 2025
Referencias legales y antecedentes
Para respaldar su propuesta, Zally Alanís citó un caso ocurrido en Guanajuato en el año 2024, donde un tribunal sancionó a un ciudadano cuyo perro, un husky siberiano, causó afectaciones emocionales a un menor de edad debido a sus ladridos constantes. El caso fue relevante porque el juez consideró que la falta de control del animal y su mal manejo afectaban la salud emocional de quienes vivían alrededor.
Este precedente abrió la puerta a considerar los ruidos persistentes generados por mascotas como parte de una afectación colectiva, lo que puede ser abordado jurídicamente a través de los reglamentos municipales. En Monterrey, el reglamento actual ya contempla sanciones por contaminación acústica, aunque no especifica casos relacionados con animales de compañía.
La iniciativa de Alanís vendría a llenar ese vacío normativo, detallando las condiciones en que el comportamiento de un perro —cuando es provocado por una situación de descuido o abandono— puede considerarse sancionable bajo los parámetros de justicia cívica.
La propuesta también pretende reforzar la cultura del cuidado animal desde la corresponsabilidad ciudadana. “Si un perro está en condiciones de ladrar todo el día, no es solo el animal el que está mal: hay una familia, una persona, un contexto que se debe revisar”, explicó la regidora.
Sanción por ladridos y convivencia vecinal
Otro de los objetivos fundamentales de esta reforma es contribuir a una mejor convivencia vecinal. En muchas colonias de Monterrey, los conflictos por ruidos generados por perros han derivado en enfrentamientos entre vecinos o incluso en reportes a autoridades que, hasta ahora, carecían de herramientas legales claras para actuar.
Según la regidora, estas situaciones generan tensión social innecesaria, que podría evitarse si existiera una normativa clara, así como una mejor educación sobre tenencia responsable. De ahí que la propuesta contemple también campañas de sensibilización, tanto para los ciudadanos que tienen mascotas como para quienes no, con el fin de reforzar la idea de que todos compartimos un espacio común y que el respeto mutuo es fundamental.
“Buscamos armonía vecinal. No se trata de castigar por castigar, sino de enseñar y corregir”, reiteró Alanís. La educación, el diálogo y la intervención oportuna son las herramientas principales que acompañarían esta medida, de aprobarse en el Cabildo.
Además, la regidora puntualizó que esta no es una política contra los animales, sino a favor del bienestar animal y de la comunidad. Recalcó que Monterrey debe avanzar hacia una cultura donde tener una mascota no sea solo una moda o un acto impulsivo, sino un compromiso permanente que conlleva deberes y consecuencias.
La iniciativa será discutida en las próximas sesiones del Cabildo y, de ser aprobada, marcaría un precedente relevante en la legislación local, alineándose con los esfuerzos nacionales por garantizar el bienestar animal y promover una sociedad más empática y consciente.
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